Ya no creo en la familia tipo.
¿Cuál es el punto de que padre y madre vivan en el mismo techo por un chico?
¿Cuál es el punto cuando no hay pasión? ¿Me explico?
Cuando la felicidad es menor a lo que sacrifico.
¿Dónde está escrito el amor que le debo a mi familia?
Yo lo tengo, pero si me lo imponen, no lo aceptaría.
¿Honrar a la persona que me dio la vida?
Voy a honrar a aquella que con ella esté comprometida.
Ser padre no es pasar una manutención mensual.
Ser madre no es parir. Ser familia es apoyar.
Ser familia es enseñar, arriesgar, convivir.
Familia es quien, por vos, podría morir. También matar.
Yo hallé familia en mucho más de un lugar
e hice de mi hogar más sitios de los que puedo contar
cuando un amigo se vuelve un pilar fundamental.
Hogar es el lugar donde me quiero quedar.
Confunden “amor” y “obligación social”.
Dicen «es tu papá, te ama» y a veces no es verdad.
Dicen «una madre es sagrada» y yo pregunto «¿Porqué?
Si no sabe respetarme yo no la respetaré».
Claro que un hijo no viene con manual,
pero no uses como escusa mi condición natal.
Hablo de que los padres, a veces, también lo hacen mal
y ser su hijo no debería impedirte reaccionar.

Se trata de dudar de lo que te cuentan,
de volver a pensar todo de vuelta.
Nunca nadie me dijo la verdad;
en cada introspección, una porción me fue resuelta.
Ya no me trago el cuentito de la moral.
Me importa poco la aceptación social.
«Desconfío, luego existo» es mi filosofía.
No trato de convencerte, solo es una epifanía.

Ya no creo en la monogamia -como no creo en Dios-;
es la opción fácil para el débil de enfrentar a los celos.
Y sé lo hermoso que es vivir una historia de a dos,
pero no es necesario cortarte los dedos.
La vida es un vuelo y es genial volar en compañía
pero no quiero quedarme en solo una porción de cielo.
No quiero herir solo por experimentar;
busco poder decir que sí si alguien me invita a volar.
Es simple: nadie tiene dueño.
Somos seres libres. ¿Es tan difícil verlo?
Cuando alguien me dice «te quiero solo para mí»
entiendo a qué se refiere, pero ya no soy así.
Y no pienses que por este pensar
soy una persona insensible que no sabe amar.
Cuando alguien me importe se lo voy a probar con la verdad,
pero el negar lo que siento también es engañar.
Lo primordial, para mí, es ser sincero.
Quiero poder ser abierto con lo que quiero.
Soy un perro faldero, doy cariño a quien me mime
pero antes de que el día termine, me tendrás de nuevo.
Me niego a creer que debo querer a un solo ser
y limitarme a él si no lo quiero perder.
Hablo de que uno no elige como se siente
y quien te diga que no piensa en otra gente, es porque miente.

Se trata de dudar de lo que te cuentan,
de volver a pensar todo de vuelta.
Nunca nadie me dijo la verdad;
en cada introspección, una porción me fue resuelta.
Ya no me trago el cuentito de la moral.
Me importa poco la aceptación social.
«Desconfío, luego existo» es mi filosofía.
No trato de convencerte, solo es una epifanía.

Ya no creo en los estándares sociales de aceptación
frente a los distintos índices y tipos de adicción.
¿Sí está bien quemarse la cabeza con televisión
pero con Cannabis no? Pido legalización.
«Que el faso te hace mal, fumarlo te va a matar».
Más dañino es el alcohol y su comercio es legal.
Dicen que es peligroso entrar en esta situación
y yo aseguro que, si hay muertos, los causa la prohibición.
El narcotráfico sería algo del pasado
si la marihuana estuviera al alcance
pero tenemos que seguir huyendo del estado
mientras que en el kiosco te venden tubos de cáncer.
Que no me encuentro mal, no quiero ir al psicólogo.
No estoy en mi estado más lúcido, ¿Parece lógico?
Pero no veo que te alarmes por el que sale y toma
y es más probable que él acabe en un coma alcohólico
con cólicos o en un accidente;
que ponga en peligro su vida y la de otra gente;
que de un escabio termine siendo dependiente.
Nunca me paso eso por el 420.
Alita, lanza, Rivotril, codeína,
Popper, escama: mil formas de besar la lona.
Hablo de que, al final, la vida se termina
y el haber fumado mota no me hizo peor persona.

Se trata de dudar de lo que te cuentan,
de volver a pensar todo de vuelta.
Nunca nadie me dijo la verdad;
en cada introspección, una porción me fue resuelta.
Ya no me trago el cuentito de la moral.
Me importa poco la aceptación social.
«Desconfío, luego existo» es mi filosofía.
No trato de convencerte, solo es una epifanía.