Dame un minuto entre tus brazos, te prometo
que guardaré el recuerdo de tu abrazo entre paredes de concreto.
Dejame quieto, quedate quieta
y seamos, un minuto, solo dos en el planeta.
Esos brazos que una vez rodearon mi garganta,
por dentro los pide a gritos, pero afuera se atraganta.
Ya no encuentro como decirte que me encantás
y que, cuando estás, mi espíritu se levanta.
Solo un minuto, con tu cabeza en mi pecho.
No hace falta que me digas nada, yo estoy hecho
sintiendo que nos separa en espacio tan estrecho.
Es el poder de un abrazo, en mi patio o en tu techo.

Dame un momento entre amigos, yo te aseguro
que buscaré la forma de encontrarnos en el rincón más oscuro.
Sea con Daiquiri o con Vodka puro,
que, por un momento, no exista pasado ni futuro.
Música para bailar, alcohol para matar la sed,
el panorama ideal sería contra la pared.
Mis manos apresándote como una red
sabiendo que te podés escapar si así lo querés.
Solo un momento, que el vaso te desinhiba,
soltate las cadenas, te movés como una diva.
El mundo ya no gira, se detiene a observar
al juntarnos en una casa, en un boliche o en un bar.

Dame una noche entre tus sábanas, te garantizo
que, sin tocarme un pelo, me movés el piso.
Que no preciso sexo para entrar al paraíso;
otra noche con vos, mi deseo enfermizo.
Me pierdo entre los fríos aros que adornan tu cara,
mis dedos acarician tu cabeza recostada.
Momentos de silencio en los que encuentro tu mirada.
Tu boca, tan callada, otra vez no dijo nada.
Solo una noche, sentir tu respiración
al lado mío, en el oído, susurrando una canción;
al son de tu palpitación despliega mi imaginación.
Tirados en el piso, un colchón en mi habitación.

Dame el tiempo que quieras darme, te garantizo que jamás voy a olvidarme.
Dame razones para alejarme y yo te aseguro que al tiempo volverás a encontrarme.
Dame la espalda, mantente firme. Yo te prometo que, aun así, no voy a irme.
Yo tengo claro lo que no querés decirme. Quizás, no es nuestro tiempo, pero no voy a rendirme.